

Ártico
Ártico, contento, en un sillón de barbero en su nuevo puesto de trabajo en València. Mar Juan
Ártico –nombre artístico del venezolano de 29 años– llegó a España el 22 de agosto de 2024. Apenas llevaba dos meses en el país cuando la DANA del pasado 29 de octubre azotó la comarca de l’Horta Sud, en Valencia. Por aquel entonces trabajaba en una barbería en Benetússer y vivía en Massanassa. Hoy trabaja en una nueva barbería en València y continúa desarrollando su propia marca personal como creador.
El joven venezolano recuerda que aquel 29O había “demasiado viento” y “los árboles se movían demasiado”. De hecho, envió varios vídeos a su familia porque “era tan atípico” que le llamó la atención. No obstante, su jefe le escribió y le dijo que “no pasaba nada”, que fuera a trabajar. A él le extrañó pero cumplió con sus órdenes: “Como yo no tengo mucho tiempo aquí, desconozco cómo es el clima. Entonces fui a trabajar. Pero pasó lo que pasó”.
Minutos antes de que el agua entrase como un tsunami, su jefe cambió de parecer y decidió que se fuesen a casa por precaución porque “en Massanassa la calle ya era un río”. El venezolano apresuró a la clientela para que se fuese a sus casas y pasó la noche en Alfafar, donde vivía su prima. Subraya que llegó allí “justo cinco minutos antes de que entrara el agua”. La barbería quedó inundada y destrozada.
Ártico y sus compañeros no fueron despedidos, pero quedaron en una especie de “limbo laboral” al que se refiere como “estatus de espera” mientras el dueño –que a su vez era empleado de una inmobiliaria– gestionaba ayudas y seguros. Finalmente, el local cerró de forma definitiva. Ellos fueron quienes se ocuparon de limpiar el local y retirar esa piel de barro que impregnaba el municipio. Con ayuda de unos jóvenes magrebís, pudieron avanzar más rápido en ese trabajo de limpieza y entre todos salvaron los sillones, que eran los muebles más caros de la tienda.
En aquel momento, Ártico hacía poco que había pedido la protección internacional. Ahora que lleva más de seis meses esperando su tarjeta roja de solicitante en tramitación de asilo, celebra que se pueda acoger a la regularización extraordinaria para personas afectadas por la DANA: “Me ayuda a agilizar todo, me ahorra casi un año”. También se sintió reconfortado al poder optar a la regularización sin tener que desistir al trámite del asilo: “Eso fue un alivio”.
Durante las primeras semanas tras la catástrofe, el venezolano y su novia vivieron gracias a la comida y la ropa que les ofrecieron las personas voluntarias: “Estaba entrando el invierno y sin trabajo no teníamos dinero para comprar la ropa adecuada o la comida”. Por suerte, veinte días después, consiguió empleo en València: “Me enfoqué en trabajar y dejar las ayudas para quienes más las necesitaban”.
En la nueva barbería enseña sus máquinas de afeitar rescatadas en las inundaciones. Él se encargó de repararlas y ahora dan guerra en su nuevo puesto de trabajo. Allí continúa realizando sus cortes y peinados “de élite”, lema que se puede leer en una de las afeitadoras y que hace referencia a su marca personal.

Ártico muestra una de las máquinas de afeitar de su marca personal tras haberla recuperado del lodo. Mar Juan
Ártico mantiene bien vivo su proyecto creativo a través de redes sociales, donde ha sido testigo de comentarios racistas y ataques personales: “Grabé vídeos de lo que pasó y hubo quien me criticó porque ‘estaba con el móvil en vez de ayudar’. Otros me defendían”. El joven expresa que está acostumbrado: “Racismo siempre hay en internet, pero intento no quedarme con eso”.
Desgraciadamente, Ártico ha tenido que convertir en costumbre habitar países extraños. Su proceso migratorio se ha extendido a más de un país, ya que antes de llegar a España, vivió en Perú tres años, donde fue tatuador y copropietario de un estudio de producción audiovisual. También hizo música, publicidad y trabajó como creador digital.
Aunque llegó sin conocer mucho de España, hoy se plantea quedarse a largo plazo: “No sabía que me iba a gustar tanto. Entonces, tras la regularización, probablemente esté aquí unos años. No sé si para siempre, pero parece que sí”. A Ártico le gustaría montar su propio negocio porque siempre se ha considerado “independiente”: “Quizás una barbería o un estudio de tatuajes. O ambas”. Después de todo, el apasionado de las artes visuales ha encontrado “un impulso”.