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Honda

Ilustración de Honda (no quería ser fotografiada) sentada en el salón de su casa, junto a su gato, la tarde del 29O. Marta Steffen

Nacida en Casablanca (Marruecos) en 1983, llegó a España hace 33 años y once de ellos los vivió en Benidorm (Alicante), donde tenía un buen puesto de trabajo con el que pagar una hipoteca. Pero todo empezó a desmoronarse cuando le detectaron una diabetes tipo A y sufrió un ictus que le provocó una parálisis del lado izquierdo del cuerpo. Honda está diagnosticada de una enfermedad cardíaca grave, con las cuatro válvulas dañadas, y tiene una discapacidad reconocida del 75%

 

Ante estos problemas de salud, su médico de cabecera la trasladó al Hospital La Fe de València, donde está el centro de referencia para cardiopatías congénitas del adulto. Aunque pasó un tiempo ingresada, al recibir el alta necesitaba alojarse en una vivienda cercana al centro sanitario y así continuar su seguimiento médico

 

Desde entonces, su trayectoria habitacional ha incluido una residencia de religiosas durante un año y medio, un piso compartido durante un mes con una voluntaria de una asociación humanitaria –del que tuvo que marcharse porque el ruido de su aparato de oxígeno molestaba– y la casa de planta baja en la que reside desde hace más de un año, donde a veces pasa temporadas su hermano. Mientras, su piso en Benidorm está embargado por el banco.

 

Esta casa está ubicada en el barrio del Cristo de Aldaia, que fue la opción más barata que encontró. Es una zona ya de por sí vulnerable hasta la que llegó el agua del barranco de la Saleta, que se desbordó el pasado 29 de octubre. Su casa fue completamente inundada y la policía tardó tres días en aparecer allí. La marroquí de 42 años se siente abatida: “Lo he perdido todo, no soy la misma”.

 

Ese día, Honda estaba sentada en el sofá de su casa, con su gato sentado encima de sus rodillas. Recuerda que el felino de repente se alteró y empezó a moverse y a arañar su piel. Después escuchó un golpe proveniente de la galería, que no tiene puerta, y entró una corriente de agua que la golpeó: “Me bate. Y me quedo bloqueada, llorando”. Su hermano, que estaba allí, reaccionó tan rápido como pudo. La cogió en brazos, abrió la puerta y la subió hasta la primera planta de la finca.

 

Durante los primeros días tras la catástrofe durmió en el suelo, sobre un cartón, y arropada con una manta: “Llorando con rabia, nada más”. Tras contraer problemas respiratorios por la humedad, tuvo que buscar realojo y pasó unas semanas en el hospital. Otras de las consecuencias fueron la pérdida del mobiliario, de los electrodomésticos y de su gato, que apareció en Bétera: “La casa está vacía. Ahora acabo de intentar comprar un colchón y una nevera. El resto, no tengo”. También necesita pintar las paredes, pues las capas se caen a trozos.

 

Honda expone que la ayuda que recibió únicamente fueron pañales y agua por parte de los agentes de la Policía Local, el apoyo limitado de Servicios Sociales –tres sacos de ropa– y la compra de un colchón y electrodomésticos nuevos gracias a la aportación económica de su amiga Karina de Jovesólides. Por parte de la Generalitat Valenciana solo ha recibido la tarjeta de transporte gratuito por ser afectada.

 

Herida por el terremoto de Marrakech-Safi de 2023

 

Ella quiere solicitar una pensión, pues tenía asignada la renta valenciana de inclusión (RVI) pero se la retiraron en 2023, tras un viaje a Marruecos en el que pasó en territorio extranjero más tiempo del que marca la norma. La causa fue el terremoto de Marrakech-Safi, durante el que resultó herida y tuvo que ser hospitalizada durante más de dos meses. 

 

A su regreso a España presentó los justificantes médicos correspondientes y explicó que no había incumplido la legislación, sin éxito. Actualmente está en proceso judicial para recuperar la pensión, con una vista fijada para octubre de 2025. Durante todo este tiempo, Honda ha tenido que sobrevivir sin ningún ingreso, ya que por su grado de discapacidad no puede trabajar. Tiene el apoyo de su familia, que incluso llegó a vender el coche de su padre para poder enviarle dinero.

 

Honda, que tiene la nacionalidad española después de haber realizado la prueba de conocimientos constitucionales y socioculturales de España dos veces, ha sufrido comentarios racistas y discriminatorios en múltiples contextos, como centros de salud. Allí ha escuchado comentarios como: “Vete a tu país”, “Recibes sanidad gratis” o “Si estás muerta, vete”.

 

También dice que en un banco de alimentos de Aldaia le pidieron su documentación: “¿Por qué no se la piden a otros y a mí sí?”. Este tipo de experiencias le crean una sensación de hartazgo: “Estoy cansada de este país”. No obstante, manifiesta que, pese a las limitaciones, peleará para mejorar su situación: “Yo soy una mujer luchadora, yo quiero trabajar”.

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